Chiang Rai es una ciudad donde diferentes mundos se mezclan, se confunden y se vuelven uno. Ubicada al norte de Bangkok, es parte del famoso Triángulo de Oro que junta Tailandia, Myanmar y Laos. Un lugar de magia y contraste, este místico lugar combina tradición religiosa con una naturaleza única.

Perdida entre montañas y ríos, Chiang Rai desenvolvió su pasado frente a mis ojos. Fue fundada en 1262 por el rey Mengrai como capital del imperio Lanna y hoy en día sigue viva la majestuosidad de aquellos tiempos. Su gran bagaje cultural se refleja en sus varios templos y ruinas. Su atracción más visitada es el impactante Templo Blanco, una estructura repleta de espejos y esculturas que parece pertenecer a otro mundo, uno de magia y artes obscuras. Un portal de tiempo, este templo consta con árboles de plata y enormes construcciones doradas, mareando y confundiendo a sus espectadores con el reflejo de la luz en sus diferentes superficies.

Entre las muchas atracciones de la zona está también la Torre del Reloj, una construcción dorada en el centro de la ciudad que ofrece show de luces y música de las siete a las nueve de la noche. Al igual, se debe de visitar el Templo Ming Muang, un lugar místico cuya creación data mas de 700 años. Los reyes fundadores de la ciudad lo frecuentaban, creyendo en su gran poder astral. El night bazar es también un must. Este pequeño mercadillo se ha vuelto el centro nocturno de la ciudad, un lugar donde la comida se acompaña con música, bailes y artesanía y moda local.

El sello provincial del área es un elefante blanco, un símbolo de realeza. Leyendas describen como fue un extraño elefante blanco el que se acercó a la zona y decidió quedarse, dándole a entender a los humanos es que Chiang Rai debía construirse para ser el hogar de reyes. La presencia de este majestuoso animal sigue en todo su esplendor en el increíble campamento de elefantes del Anantara Golden Triangle Resort.

Este hotel se ha vuelto el padre adoptivo de mas de 25 de elefantes, rescatados de circos y shows callejeros. Aquí tienen hectárea tras hectárea de libertad, al igual que una comunidad de Mahouts que los crían y entrenan. La relación entre los entrenadores y los animales es pacífica y se basa en un respeto mutuo, donde los Mahouts no lastiman al los elefantes, comunicándose con ellos tocándolos en diferentes partes de sus orejas.

Tuve la gran oportunidad de hospedarme en este bello hotel y recorrer la selva que lo rodea sobre un elefante. Esta experiencia fue como ninguna otra, aunque yo ya había paseado sobre este magnifico animal en otras ocasiones. Sentada en la espalda de un elefante de dos metros y medio, deteniéndome nerviosamente de sus enormes orejas, me adentré en la densa vegetación. Paseamos dentro de un espeso bosque de bambú, conviviendo con los Mahouts y los encantadores elefantes.

Mi parte favorita de esta magnifica experiencia fue cuando los elefantes se adentraron a un río, con nosotros aún en sus espaldas. Compartiendo un baño con este majestuoso animal me percaté de la perfecta armonía con la cual podíamos convivir y gozar de la presencia del otro.

Anantara Golden Triangle también ofrece otras actividades con los elefantes, como la ‘elephant yoga’, caminatas con ellos en el atardecer, una cena con los elefantes bebés, un picnic y una experiencia de aprendizaje llamada E.L.E, donde aprendes como manejar a estos increíbles animales e interactúas con ellos.

Chiang Rai esta lleno de secretos y sorpresas. Durante un desayuno nos sorprendió un pequeño elefante con una amigable visita, dejándose mimar por los huéspedes y dándonos besos con su longa trompa. He decidido que no hay mejor forma para comenzar el día que jugando y riendo con tan noble animal.

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