La realidad económica de México no responde a sensacionalismos ni escándalos mediáticos, sino que tiene mucho más que ver con, por ejemplo, datos contrastados difundidos por prestigiosos medios de comunicación.

CNN o Forbes son dos ejemplos prácticos de información económica contrastada y alentadora sobre las potenciales posibilidades económicas de nuestro país. Gracias a ellos, en lo que se refiere al sector automotriz, sabemos que Toyota planea ampliar su capacidad de producción de 100.000 a 160.000 unidades en Baja California, invirtiendo un total de 150 millones de dólares; Daimler y Nissan, que construyen en Aguascalientes, prevén una inversión aproximada de 1.000 millones de dólares y una capacidad de producción de 230.000 unidades al año; BMW, por su parte, confirmó que construirá su primera planta en San Luis Potosí, también con una inversión de 1.000 millones de dólares; incluso la propia Ford, que recientemente canceló el proyecto que iba a realizar también en el estado de San Luis Potosí, tiene previsto invertir 1.200 millones de dólares para ampliar su producción de transmisiones de última generación en Irapiato, Guanajuato, y en la planta de Chihuahua invertirá nada menos que 1.300 millones para ampliar su producción de motores.

Al margen del sector automotriz, que está dando mucho de que hablar durante las últimas semanas, México sigue albergando grandes industrias como la del turismo, y varias industrias emergentes, como la energética, la de las telecomunicaciones, la médica y la aeroespacial.

Según Forbes, la llegada de inversiones en industrias como la automotriz o la aeroespacial en la región del Bajío han demostrado el creciente interés de los empresarios en el desarrollo de nuestro país. Estas inversiones se han consolidado a lo largo de los tres últimos años y se han convertido en una inmejorable oportunidad para desarrollar talento laboral especializado en México.

La aprobación de la Reforma Energética, hace algo más de dos años, ha abierto un espacio para la llegada de empresas transnacionales que buscan profesionales capacitados en áreas como la producción y la explotación de energías fósiles.

Hace apenas unos días, varios medios de comunicación se hacían eco del desarrollo que está teniendo la óptica y la fotónica en México. De hecho, el pasado noviembre se presentó Hacia un México más brillante: mapa de ruta de la óptica y la fotónica, un plan para desarrollar una nueva línea de producción y una nueva línea de comercio que impacte en la economía y vida del país.

Otro de los pequeños sectores que puede proporcionar riqueza y trabajo al país es el de los casinos. Sin ir más lejos, varios casinos como el de Cartagena acogen espectáculos de todo tipo, incluso algunos para recaudar fondos con fines benéficos. Las salas de juegos gestionadas por Condere en México, por ejemplo, son de las más importantes y con mayores ganancias; además se distribuyen por todo el territorio a través de las ciudades más importantes del país (Ciudad de México, Monterrey, Veracruz, Guadalajara, Puebla, Cuernavaca, León, Cancún, Mérida y Tijuana). Junto a este tipo de negocios, que generan empleo y riqueza, se encuentran las alternativas de casino online, como PokerStars Casino, que disfruta de un considerable éxito en México. Según un artículo publicado en Expansión, en colaboración con CNN, este mercado “alcanza un valor de 300 millones de dólares anuales […] Es una industria que crece aceleradamente y que se coloca como la apuesta de entretenimiento de las próximas generaciones principalmente por dos razones: su oferta ininterrumpida y la posibilidad de juego trasnacional”.

En cualquier caso, el potencial económico mexicano radica en diferentes industrias y en sectores de diversa índole. Resulta imprescindible responder a esta potencialidad con jóvenes formados que puedan ocupar puestos de relevancia en empresas transnacionales que han decidido invertir en México y aprovechar al máximo todas y cada una de estas inversiones.

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