En México hay un gobernador amante de la tecnología que ve una oportunidad en las molestias que el gobierno de Trump podría crearles a las empresas deseosas de contratar ingenieros y codificadores extranjeros: él encontrará cubículos para ellos.

Aristóteles Sandoval ha estado haciendo su ofrecimiento a Silicon Valley, promoviendo lo que considera el segundo mejor centro tecnológico del mundo a empresas como Facebook y Tesla.

Si no pueden importar el talento que necesitan, Sandoval les ha estado diciendo, hay una manera de superar ese problema en Guadalajara. Después de todo, la mayoría de las grandes empresas ya tienen centros de investigación, fábricas u oficinas satelitales en la pintoresca ciudad. ¿Por qué no estacionar a sus trabajadores no estadounidenses a una distancia de un vuelo de cuatro horas desde San Francisco?

“Los recibiremos”, dijo Sandoval, de 43 años, con las mangas enrolladas y el cabello peinado hacia atrás en su escritorio de Casa Jalisco, la residencia oficial del gobernador del estado de Jalisco. “Somos tolerantes e inclusivos y pensamos que el talento no tiene fronteras. Las mentes brillantes siempre tendrán un lugar aquí”.

Eso podría y debe ser interpretado como una afrenta para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha puesto en alerta a la industria con sus decretos para prohibir la inmigración proveniente de algunos países en su mayoría musulmanes y congelar el procesamiento acelerado de las visas H-1B para los trabajadores especialmente calificados. El departamento de Citizenship and Immigration Services (Servicios de Ciudadanía e Inmigración) acaba de emitir nuevas directrices para obtener dichas visas, lo que hace más difícil para que las empresas las usen con el fin de llevar trabajadores extranjeros especializados en tecnología a Estados Unidos.

“Teníamos que levantar la mano”, dijo Sandoval.

El gobernador visitó Silicon Valley en febrero pasado y dijo que habló con más de 40 ejecutivos de compañías como Microsoft que estaban “muy interesadas”. Las compañías se negaron a comentar al respecto.

“El interés existe, absolutamente”, dijo Bismarck Lepe, fundador y director ejecutivo de Wizeline, un proveedor de programas y aplicaciones empresariales. Aunque tiene su sede en San Francisco, sus operaciones principales están en un campus de Guadalajara que cuenta con el ambiente completo de Silicon Valley, con mesas de ping-pong y futbolín, y patines del diablo para los empleados que disfrutan comidas gratis.

Lepe, ex gerente de producto de Google cuyos padres nacieron en México y se trasladaron a Estados Unidos como trabajadores agrícolas migrantes, dijo que abrió la oficina de Guadalajara en 2013 porque Estados Unidos se había vuelto “demasiado caro”. Los 182 empleados que están en la nómina de Guadalajara –donde los salarios son cerca de tres veces menores– provienen de más de 10 países, incluyendo Egipto y Francia.

Sandoval no ha revelado detalles sobre su plan, y no está claro cómo funcionaría. “La apertura del gobernador está encaminada en la dirección correcta”, dijo Jesús Palomino, quien dirige el centro de diseño de Intel en Guadalajara. “El mensaje es excelente, pero la manera de hacerlo será un reto”.

Las leyes mexicanas de inmigración no plantearían obstáculos para alguien de la India, por ejemplo, que quisiera trabajar en Guadalajara para una empresa de Seattle, dijo Krizia Delgado, quien estudió migración en Oxford University. Otros gobiernos han establecido sistemas de visado rápido para los empresarios. Chile, una empresa de reciente creación financiada con fondos públicos, concede becas y visas de un año a extranjeros que quieran desarrollar sus proyectos en el país.

Guadalajara tiene los medios, dijo Bernardo Santos, gerente de operaciones de Jabil Circuit. Dijo que más de unos cuantos clientes de Estados Unidos, Europa y Asia han decidido mudarse a la capital del estado de Jalisco, la segunda ciudad más grande de México, que se encuentra en un amplio valle no muy alejado de las montañas de la Sierra Madre Occidental y que tiene un animado entorno para las artes. Es una ciudad muy atractiva.

Las empresas estadounidenses comenzaron a instalar fábricas en Guadalajara en 1970, para aprovechar los menores costos, incluídos la mano de obra y los subsidios gubernamentales para obtener licencias de construcción e impuestos a la propiedad.

Gran parte de la actividad tecnológica aún está en la producción, pero algunas empresas, incluyendo IBM y Oracle, tienen campus que rivalizan con los del norte. El centro de Intel, su mayor centro de ingeniería en América Latina, cubre 10 hectáreas.

Hasta 40% de la mano de obra de la ciudad de 1.5 millones de habitantes está vinculada con la tecnología, al igual que 52% de sus exportaciones, de acuerdo con la oficina de Sandoval. Después de convertirse en gobernador en 2013, él tomó medidas para mejorar eso con la creación de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología del Estado para supervisar la promoción de lo que él llamó una “cultura en torno a la innovación”.

Sandoval presumirá de Guadalajara en tanto que alguien tenga tiempo para escucharlo. “Tenemos todo –grandes universidades, campos de golf, excelentes espectáculos, lo que quieran”. Además, el paraíso del surfing de Sayulita está a tan sólo cuatro horas en coche hacia el oeste y no hay escasez de tequila, que se ha elaborado durante siglos a partir de la plantas del Agave Tequilana que cubren los campos no lejos de los límites de la ciudad.

El gobernador podría estar en lo cierto, dijo Gary Burtless, un investigador de Brookings Institution de Washington, que investiga los mercados laborales. Si puede “atraer a algunos de los aspirantes a inmigrantes de Estados Unidos, eso será una gran noticia para México”.

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